Una emprendedora que, en su búsqueda por conectar con su divinidad, recordó el poder de la herbolaria y las tradiciones ancestrales que su abuela le inculcó desde niña. 

Los recuerdos de los baños de flores de saúco, las infusiones de poleo con miel y el champú con aroma a manzanilla, junto a las manos sanadoras de su abuela Maruja y su madre Rocío, contrastaron con el aislamiento en la ciudad de la pandemia, impulsando un nuevo propósito en su vida. Transmitir amor y cuidado a quienes buscan un espacio de conexión con aquello que los enraiza a la madre tierra y nos conecta con nuestro propósito de vida. 

Este deseo se materializa cada día con  deliciosos productos de cuidado personal, elaborados con materias primas y conocimiento local que invitan a recordar quienes somos, de donde venimos y a descubrir hacia dónde vamos.